Tienda "La Sorpresa": una presencia histórica en el barrio.

23 Abr. 2024



En el corazón del pintoresco barrio de Mataderos, se encuentra Tienda La Sorpresa, un verdadero tesoro de la comunidad con más de 65 años de historia. Desde su modesto comienzo en un local más reducido que el actual hasta convertirse en un punto de referencia emblemático, este lugar ha sido testigo de generaciones de vecinos, que han encontrado en sus estantes no solo productos, sino también recuerdos y vínculos que perduran en el tiempo.
Con su fachada de estilo tradicional y su interior repleto de encanto vintage, Tienda La Sorpresa se conecta estrechamente con la esencia misma del barrio. Cada visita a la tienda es un viaje en el tiempo y un homenaje a la autenticidad y la tradición.
Pero la historia de Tienda La Sorpresa va más allá de sus paredes, es también la historia de José Luis Sáenz, un inmigrante español que llegó como tantos otros en busca de un mejor futuro. A finales de la década del ‘50 su familia, oriunda de Santa Cecilia de Jubera, un pueblo en las montañas de lo que hoy es la Comunidad Autónoma de La Rioja, España, tomaba una de las decisiones más difíciles que cualquiera puede tomar: marcharse de su pueblo, atendiendo así, al llamado de otros familiares que ya habían emigrado en años anteriores y que relataban desde Argentina todas las bondades que este país tenía para recibirlos.
Y así fue, que en enero de 1957, luego de una travesía en barco que duraría un mes, con tan solo 18 años, José Luis llega a Buenos Aires para trabajar como cadete en una de las tiendas que sus tíos ya tenían en la Avenida Entre Ríos, en el barrio de Congreso.
Pero fue recién al año siguiente, en 1958, que “los Dominguez”, porque ese era el apellido de sus tíos, compraron el local de la esquina de Av Alberdi y Martiniano Leguizamón, dando así comienzo a su historia en el barrio de Mataderos.
Según recuerda José Luis: “venir del centro a Mataderos se sentía como ir al fin del mundo, llevaba más de una hora el viaje en el tranvía 48”. En aquel entonces “de los locales actuales solo existían La Sorpresa y El Cedrón, que tenía almacén adelante y restaurant atrás” continúa. “También estaban el viejo cine (donde hoy hay una mueblería) y varias zapaterías”.
El local de Tienda La Sorpresa en sus inicios era un tanto distinto al actual, con un interior más reducido, ya que tenía un espacio destinado a vivienda (donde José Luis dormía en su juventud) y además, en el sector que daba a la avenida, tenía una subdivisión que daba lugar a una antigua heladería. Años después, se llevó a cabo una reforma edilicia para ampliar el local, fue entonces que se quitó la vivienda y la heladería para dar espacio a la tienda tal como se la conoce hoy.
Y así fueron pasando los años, con “momentos buenos, no tan buenos, dificiles y muy difíciles” y aquel joven que había arrancado como cadete, estuvo 30 años siendo empleado y en 1988 se puso al frente de la Tienda, primero pagando el alquiler a sus tíos durante 10 años y finalmente comprando la propiedad en el año 1998.
Años más tarde, tocaría atravesar uno de los momentos más difíciles que se recuerden: La crisis de 2001, que según José Luis sería la más dura de todas las zozobras. “Esa navidad fue muy difícil, fue gracias a la clientela y los proveedores que confiaron en mi palabra y mi trayectoria que pudimos salir adelante” nos cuenta.
Hoy, con 86 años ya está más retirado y desde hace un par de años observa con orgullo cómo su hijo César continúa adelante con el negocio. Pero José Luis no puede evitar pasarse todos los días por la Tienda a ver “cómo va todo”, conversar con algunos clientes, los de su generación y también los más jóvenes, que le recuerdan que en La Sorpresa compraban sus abuelos, sus padres y ahora ellos.
Seguramente, al mirar hacia atrás y rememorar su propia historia, José Luis experimenta la melancolía del desarraigo y la nostalgia por su tierra natal. Sin embargo, también encuentra tranquilidad y satisfacción al saber que su historia de esfuerzo y dedicación se entrelaza con la historia misma del barrio. Un legado que perdurará en el tiempo y seguirá siendo parte de la identidad de Mataderos.
También podés ver el video: